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Carrito

¿Te has hecho esa pregunta alguna vez?

Yo creo que todos los seres humanos en algún momento de nuestra existencia empezamos a cuestionarnos (con mayor o menor fuerza), para qué fuimos creados.

Nos preguntamos acerca de cuál es el propósito de nuestras vidas y empezamos a experimentar la necesidad de buscar «algo más”.

Un «algo» que no se logra llenar con el trabajo, la familia, una persona, la diversión, la comida y las múltiples ocupaciones del día a día.

Eso que se activa con cierta regularidad para recordarnos que nuestra vida es y debe ser, más que el ciclo de nacer, crecer, trabajar…trabajar…trabajar, pagar deudas, comer, divertirse, tener una familia, llegar a la vejez y partir.

De seguro, tú has cuestionado y te has revelado contra este ciclo, pero al no saber que más hacer y mirar a tu alrededor viendo que todo el mundo hace lo mismo, pues terminas resignándote para seguir igual a pesar de tu insatisfacción.

Encontrar nuestro propósito y darle sentido a nuestra existencia es una necesidad espiritual que todos tenemos y que tal vez intentemos llenar con muchas cosas materiales, personas o experiencias…

Pero a la final todo esto lo único que hace es acentuar aún más esa sensación de vacío.

¿Y por qué pasa esto?

Es porque lo espiritual solo puede ser saciado con algo espiritual.

Sé por experiencia propia, que lograr identificar “eso” para lo que fuimos creados, a veces no es tan sencillo.

En primer lugar, porque no creemos que seamos “especiales” en algún sentido o que algo especial o importante pueda ser realizado por medio nuestro.

Segundo: vivimos tan sumidos en el día a día y en la rutina que no logramos tener espacios mentales para pensar en cosas realmente trascendentes.

Tercero: no nos conocemos. No sabemos cuál es nuestra real identidad y se nos dificulta muchas veces identificar los dones y talentos que nos fueron entregados.

Y en cuarto lugar (pero el más importante, porque al hacer esto todo lo demás es resuelto): No tenemos una relación con nuestro creador.

No estoy hablando de practicar una religión, estoy hablando de intimidad, de comunión, de cercanía con aquel que nos conoce aún mejor que nosotras mismas.

Ahora, ¿Cómo encontrar mi propósito?

La primera pista para ir tras tu propósito es identificar “ese don” que te fue entregado.

Y ten cuidado, que no te pase como a mí que cuando me hablaban de “don”, me imaginada algo sobrenatural, algo misterioso, algo extraordinario…

¡No!

Un don es algo que naturalmente hay en ti.

Algo que tal vez no notes ni se te haga especial porque siempre ha estado ahí y es tan «normal» que hasta pasa desapercibido; te fluye, lo disfrutas.

Es algo en lo que te puedes destacar, que podrías hacer aún sin recibir recompensa por ello, donde se te pasa el tiempo sin que lo notes.

Algunos de miles de ejemplos que podríamos mencionar: trabajar con niños, escribir, cantar, ayudar a otros, las manualidades, el diseño, la música.

La capacidad de administrar y organizar, el liderazgo, trabajar con animales, analizar datos, cocinar, trabajar con personas de la tercera edad, maquillar…etc., etc., etc.

¿En qué te sientes realmente buena?

Ese don o talento es el que te va a capacitar y a abrir puertas para encontrar la verdadera realización, el propósito y un verdadero contentamiento al trabajar. 

Tal vez no te hayas dado cuenta, pero puede que hayas estado durante años reprimiendo una carga de bendiciones para tu vida y para la de otros.

Si no has identificado tu don o dones o si no le habías dado la suficiente importancia, este puede ser un buen tiempo para trabajar en ello.

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