was successfully added to your cart.

Carrito

¿Alguna vez te has sentido tan triste que quisieras salir de esa emoción lo más pronto posible?

¿Alguna vez has sentido tanta molestia con alguien que casi no logras volver a hablarle?

¿O te has sentido tan ansiosa por un asunto que no logras concentrarte en nada más?

Estos son tan solo tres ejemplos de los muchos estados de ánimo que a diario experimentamos.

Como humanos que somos, las emociones siempre harán parte de nuestro comportamiento y es importante entender que cumplen un papel importante en nuestras vidas.

Fuimos equipados con emociones para que sean parte de nuestro sistema de “alarmas”, para ayudarnos a prestarle atención a situaciones o para informarnos de algo que está sucediendo.

Sin embargo, no hacemos uso de ellas de la manera en que deberíamos y en lugar de que sean nuestras aliadas, pueden terminar jugando en contra nuestra.

El problema no son las emociones, el problema es que permitas que ellas estén en control tuyo y no al contrario.

Pero para poder estar en control de nuestro ánimo es importante entender cómo funcionan las emociones.

Lo primero es entender que todo estado de ánimo proviene de un pensamiento.

Tú no te pones triste porque alguien hizo o dijo algo, tú te pones triste por lo que piensas de lo que alguien hizo o dijo.

Tú no entras en un estado de preocupación por las circunstancias, sino por lo que piensas de las circunstancias.

Si quieres comprobarlo, haz este ejercicio:

Cierra tus ojos y piensa en algo muy triste y experimenta cómo te sientes. Ahora, manteniendo ese mismo pensamiento intenta sentirte feliz.

Ahora, piensa en algo que te traiga felicidad y experimenta cómo te sientes y manteniendo ese pensamiento intenta sentirte triste.

Imposible, ¿verdad?

Ahora, estando de acuerdo con esto, podremos acordar también que, si bien no puedes controlar la emoción en sí, lo que si puedes controlar es lo que piensas.

Si te digo que pienses en una flor rosada de muchos pétalos, tú puedes elegir qué tipo de flor, que tonalidad de rosa, de cuántos pétalos, de qué tamaño; aún podrías elegir no pensar en una flor rosada sino en una fruta verde.

Tú SI puedes controlar los contenidos de tu mente.

Teniendo esto claro, ahora sí respondamos a la pregunta del título de este artículo:

¿Realmente es posible controlar nuestros estados de ánimo?

Y la respuesta es, ¡sí!

No solo es posible, sino que es nuestra responsabilidad gobernar nuestras emociones para no vivir la vida como en medio de una ola que nos lleva y nos trae a voluntad.

¿Y cómo lo puedes lograr?

Primero, siendo consciente de lo que piensas.

Cada vez que te sientas en un ánimo que no es agradable (triste, temerosa, inquieta, ansiosa, etc.) inmediatamente ve a tu mente e identifica en qué estás pensando. Allí encontrarás la causa de tu estado de ánimo.

Segundo, gobierna tus pensamientos y oblígate (sí, esto requiere ejercer tu voluntad y tu auto dominio) a llevar tu mente a un lugar diferente. Piensa en opciones, en soluciones, en momentos del pasado en que lograste ya solucionar algo similar, en tus logros, en tus sueños del futuro, en una canción que te alegra, en un versículo bíblico que traiga paz.

Tercero, aprende a darle “tiempo fuera” a tus emociones. Es decir, hay momentos en que es necesario y hasta queremos darnos el permiso de sentirnos tristes, desesperanzadas o molestas.

Y está bien. Cómo te decía las emociones cumplen una función. Pero que seas tú determinando el tiempo que le vas a permitir a la emoción estar allí.

Por ejemplo, date el permiso de estar triste o melancólica el resto de la tarde, pero decide que al ir a la cama ya pensarás en otras cosas que te hagan sentir mejor.

O date el permiso de estar un par horas molesta con alguien, pero a voluntad y en consciencia, decide que ya vas a dejar de pensar en lo que esa persona hizo o dijo y vas a salir de esa rabia.

Por último, dale a tu mente cada día con buenos nutrientes. Así como tu cuerpo necesita una adecuada nutrición para estar fuerte y saludable, también tu mente. Lee, escucha, piensa y habla cosas que te edifiquen.

Evita las personas y las conversaciones tóxicas. Cuida la sobre carga de información negativa que te permites recibir. Evita la música que te lleva a estados de melancolía. Identifica lo que a ti particularmente no te hace bien.

¡Ponlo en práctica y déjanos saber tus resultados!

Leave a Reply

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.