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Carrito

El Covid-19 va dejando a su paso muerte y destrucción pero también grandes aprendizajes.

La vida cambió desde el momento en que este intruso microscópico tocó inesperadamente a las puertas de la humanidad y puso en evidencia su fragilidad.

Luchamos con fe y nuestro conocimiento para que vuelvan esos tiempos donde podremos abrazarnos, celebrar la vida, sumergirnos en la naturaleza y mercar sin temor.

Pronto la compulsión por lavarnos las manos, por desinfectarlo todo y por cubrirnos por completo, será solo un recuerdo anecdótico de una batalla ganada.

Pero mientras todo esto pasa, debemos hacerle un sentido a esta situación y aprender de ella. Todo en la vida llega con un propósito y cuando no aprendemos la lección, nos la repiten.

Tal vez sean muchos los aprendizajes como humanidad, como sociedad, como habitantes de este planeta, pero quiero enfocarme en los aprendizajes individuales.

En esos que nos corresponden a cada uno, en los que no podemos responsabilizar al gobierno, a las asociaciones; ni siquiera a nuestra familia.

En lo personal son muchos los aprendizajes pero hoy quiero compartir con ustedes estos:

Mis aprendizajes:

1. Nada me pertenece, ni siquiera mi propia vida. Ni mi esposo, ni mi mascota, ni mi mamá. Cuando nos prestan algo lo cuidamos con más esmero porque vamos a tener que dar razón por ello. También tendremos que dar razón en algún momento por lo que hagamos con nuestra vida y lo que nos han dado como encargo.

2. No todo lo que doy por hecho en mi vida es inmutable: la salud, el techo, los alimentos, el dinero, el agua, las comodidades. Eso hace que agradezca con todo mi corazón cada día hasta el hecho de poder respirar.

3. Le damos demasiada importancia a lo material, y claro que es importante y necesario, pero ¿De qué sirve todo el dinero del mundo si no podemos salvar a una madre, un esposo o un hijo de la muerte? ¿De qué sirve ese apartamento costosísimo que te mantendrá con una deuda por los próximos 15 años si estar allí en cuarentena con tu familia se te hace insoportable?

4. Todos tenemos algo para dar. Y no necesariamente dinero o mercado. Esta crisis ha sacado lo mejor de las personas: creatividad, ingenio, amor, servicio, ayuda, capacidad de hacer reír, capacidad para alentar y consolar, etc. Si nos mantenemos más dispuestos a dar que a esperar recibir, haremos de este tiempo algo realmente especial.

5. Tal vez la más difícil de procesar: el control es una ilusión. Yo no tengo el control de absolutamente nada. La obsesión por planear, por tener la razón y por decidir qué hacer los próximos días y meses, ante esta situación demuestra su inutilidad. Es tiempo de entregar el control de mi vida al único que realmente lo tiene.

6. Aunque sienta que todo se ha detenido, que mi vida se frenó casi que en seco; Dios si sigue obrando. Él nunca para, nunca se detiene, nunca duerme, nunca se enferma y esa es mi única y más valiosa esperanza en un futuro alentador.

Si miramos esta situación con ojos de aprendiz y nos disponemos para ser formados, saldrán cosas buenas para nuestras vidas.

Tú también debes tener ya grandes aprendizajes. Cuéntanos ¿Cuáles son los tuyos?

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