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Carrito

La depresión es mucho más que sentirse triste o estar “baja de nota”.

Tal vez nos hemos acostumbrado a decir o a escuchar “estoy depre” para referirnos a que nuestro estado anímico no está al nivel que quisiéramos.

Sin embargo, la depresión, como trastorno clínico de los estados de ánimo, es un estado que va mucho más allá en impacto y duración en la vida de una persona.

La depresión es una alteración emocional que consiste en periodos prolongados de tristeza con una intensidad suficiente como para interferir en la capacidad de llevar una vida funcional y en una disminución del interés o del placer despertado por cualquier actividad que antes se disfrutaba.

Una persona que esté padeciendo depresión evidencia físicamente su estado: ojos llorosos, ceño fruncido, comisuras de la boca hacia abajo, postura decaída, escaso contacto visual, ausencia de expresión facial, pocos movimientos corporales, pérdida de energía y lentitud en el habla.

Pero también lo evidencia con cambios significativos en sus patrones habituales de sueño:

  • Insomnio
  • Dormir en exceso

En sus patrones de alimentación:

  • Pérdida del apetito
  • Aumento considerable del apetito

En su desempeño individual:

  • Incapacidad para concentrarse
  • Incapacidad para cuidar de sí mismo o de otros

En sus patrones de relacionamiento

  • Pérdida del interés por otros
  • Aislamiento
  • Desinterés en la comunicación

Y en sus patrones de pensamiento y emoción:

  • Ideas suicidas
  • Desesperanza
  • Desánimo
  • Pesimismo
  • Irritabilidad
  • Pérdida del sentido de la vida
  • Autocompasión

¿Qué hacer?

Sufrir de depresión suele ser descrito por quienes la padecen como estar en una cárcel oscura o en un hoyo del cual se hace imposible escapar porque no se ve la salida y porque no hay fuerzas suficientes para hacerlo.

Las personas que rodean y tratan de ayudar a una persona con depresión, con su mejor intención, tratan de animarla e impulsarla a recobrar prontamente su anterior vida, sin embargo, esto suele ser un proceso que toma tiempo y que en la mayoría de los casos va a requerir de acompañamiento profesional.

Donde se debe dar enfocar la intervención no es en ayudar a la persona a que “haga” cosas, sino en que pueda modificar sus patrones de pensamiento y desde allí sus patrones emocionales.

Y es que las personas en estados depresivos entran y se mantienen en ciclos de pensamiento negativo que deben aprender a romper, ya que esos pensamientos producen e incrementan la emocionalidad negativa que a su vez conlleva más pensamientos negativos.

Pero tampoco es tan sencillo como decirle a la persona “piensa positivo”.

En el acompañamiento que se hace a una persona que sufre de depresión se le debe ayudar a explorar y a encontrar la verdadera raíz de su estado, ya que si bien la depresión puede llegar como respuesta a un evento traumático (la pérdida de un ser querido, una quiebra económica, un divorcio), también puede ser un estado que viene gestándose por años sin ser identificado ni tratado.

En cualquiera de los casos, en un acompañamiento psicológico se equipa a la persona con estrategias y herramientas de afrontamiento, pero también se le lleva a la compresión real de su estado y a eliminar cualquier culpa o vergüenza por estarlo padeciendo.

Explorar sus temores, inseguridades, culpas, frustraciones, sentimientos de incapacidad, posibles anclas en el futuro, patrones de pensamiento sobre si misma y sobre la vida, son parte de lo que un profesional cubrirá en un acompañamiento.

Si tú o alguien que conoces están pasando por esta situación, no dudes en pedir ayuda.

Suele pensarse que “puedo salir sola de esto”, pero usualmente es tan profundo el hueco en que se encuentra la persona, que va a requerir de alguien arriba, dándole la mano y su fuerza para volver a la superficie y a la luz.

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